domingo, 17 de julio de 2011

Café y Pizzería El Globito: Aroma tribunero


Decidimos hacer un cambio de escenario y elegimos el barrio de Parque de los Patricios.
En el corazón de sus plazas encontramos al mítico café "El Globito". Desde la puerta se anuncia con respeto: "Usted está ingresando a un pedazo de historia de Parque de los Patricios". El aroma a rica y aceitosa muzzarella de la pizzería, que también funciona en el lugar, lo inunda todo.
Nos sentimos visitantes ya al ingresar, levantan con disimulo la mirada para vernos sentar en las mesas equivocadas. Se trata de un café típico de parroquianos del barrio que se reúnen a ver partidos y mezclar la política con pizza y cortados. Nos dijimos: Ya que entramos en la cancha, juguemos; y pedimos un Café con leche completo (acompañado de una panera de tostadas con mermelada y manteca) y un Capuchino Italiano. Las tostadas nos hicieron acordar a las de nuestras mamás: con el color, el grosor y la temperatura justas para que la manteca se derrita sobre ellas.

Eramos bichos extraños, dos paparulos a los que se le ocurría merendar en la prevía a un partido. Cerveza tirada, Coca-Cola como excepción y empanadas de entrada se pide en este lugar, parecía decirnos el mozo "Marcelito", cada vez que se acercaba a la mesa.
Se respira fútbol, en la ambientación, en los colores, en su gente, en los clientes. Logramos escuchar algunas conversaciones. A lo lejos se habla de política, de fútbol, de El Globo..no se nombraba la B, ni el campeonato local. Argentina y la Copa América son las estrellas. Llegan algunos más y se arma la previa, la tribuna frente al televisor, los nervios pre-partido.
¿Cuántos gritos, discusiones de directores técnicos de bar, cuántas lágrimas de señores cuarentones habrá visto esa misma taza donde estábamos tomando café? Cuánta historia representada en los cuadritos de las formaciones que alguna vez vieron campeón al Huracán de sus amores, enmarcada en el cartel que anuncia "cerveza suelta".
Tenían razón en la entrada estabamos entrando a un pedazo de la historia de Parque Patricios. Pero se equivocaron los parroquianos, nosotros también queremos al Globo, somos hijos adoptivos de este barrio.

lunes, 11 de julio de 2011

Café Tortoni: Aroma de Café y Cultura




Parada obligada del centro de la ciudad de Buenos Aires, ya desde la vereda El Tortoni te seduce con el aroma que se escapa cada vez que se abren las puertas.


Su fachada, que se conserva desde su fundación en 1893, es escenario de encuentros políglotas entre turistas que esperan entrar.

Como a una mujer que sabe lo que vale y se hace desear, esperamos nuestro turno en la vereda más allá de que dentro haya lugar para todos.

Al entrar recibimos una cachetada de cultura porteña (vestida de obras de arte, de mosos con moño y fotos de clientes emblemáticos) que nos recuerda la historia del lugar. Y comenzamos a respirar su historia.

Hay cuidado en los detalles: sus platos, sus tazas, la atención de los mosos, los claros y oscuros de la iluminación, las obras de arte que no dejan espacio en las paredes.

El sinfín de detalles con carga histórica que te llevan a preguntarte:

"¿Quién habrá ocupado esta mesa? Gardel? Victor Hugo Morales? O tal vez Gabriela Mistral?"

Demasiados nombres, demasiadas mentes despiertas para las pequeñas mesas de mármol. Demasiados "ahítos de melancolía y café", como uno de sus grandes clientes supo describir.




Decidimos elegir el menú tradicional: Café con tres medialunas y Chocolate caliente con Churros. Ambos tan porteños (si, lo diremos miles de veces mientras respiramos el ambiente, todo "tan porteño") y sobretodo rico. Lo absolutamente destacable fue el chocolate caliente, uno de los mejores que hemos probado.




De algún modo, es extraño ver tanta "porteñitud" mezclada con frases en portugués, mosos que hablan inglés (ese idioma pirata que tantas malas pasadas nos jugó) y clientes que preguntan qué es un churro con dulce de leche.
Con esa sensación nos fuimos: de haber tomado el mejor chocolate con churros de Buenos Aires rodeados de gente que apenas puede entender su gusto.





Vivimos el café y el rito que lo acompaña de una manera muy especial. Está muy unido a nuestra historia, a cada pedacito de la ciudad que conocimos juntos.
Por eso, simplemente por eso, es que comenzamos a seguir el aroma del café.
A donde el café y el viento nos lleve.

Coco & Davidson