Conocemos su singular historia. En 2006, quisieron cerrarlo ante la mirada de un barrio que creció con la mítica esquina en sus entrañas. Sus antiguos dueños, los propietarios españoles que decidieron darle ese nombre ya que allí se reunían muchos ex combatientes ingleses de la primera guerra mundial, eran desalojados. Unos meses después fue reabierto, luego de miles de firmas de vecinos, de muchas lágrimas derramadas por el corazón de Brasil y Defensa.
Hoy su alma sigue intacta. Su fachada y su interior hablan de sus años de café-bar de barrio. ¿Quiénes serán aquellos que se encuentran el as fotos viejas de sus paredes? ¿Cuántas historias del barrio, de amores, de guerra, de familias habrán escuchado esas mesas?
Justo cuando nos vamos a sentar en una mesa frente a la barra, descubrimos una solitaria junto a la ventana. Tiene el ángulo perfecto de visión al Parque Lezama, a las cuatro esquinas del barrio de San Telmo, a sus vecinos, a la murga que emprende el camino de vuelta y al resto de bar.
Cuando el mozo se acerca, para tomar el pedido, descubrimos el porque de tanta magia: "En esta mesa se sentaba Sábato a escribir" nos revela. Sin pensarlo mucho, pedimos un café con leche, un submarino y totadas para dos. El café vino acompañado con un jugo de naranja exprimido. fueron un buen complemento para las totadas grandes con queso fundido y mermelada.
Boquiabiertos pensamos en la cantidad de pensamientos que esa misma mesa, donde estábamos sentados, fue única espectadora. Fue la mesa de las avant-première de las historias de Sábato.
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